De acuerdo a varias páginas web, libros online sobre el tema y otros blogs, hemos llegado a la conclusión de que, en enero de 1692, Salem (cerca a Boston), se inició un juicio contra varios vecinos acusados de practicar brujería.
Diecinueve mujeres,todas declaradas culpables, fueron llevadas a Gallows Hill, cerca de una pendiente árida de la
aldea de Salem, para ser ahorcadas. Otro hombre de más de ochenta años fue
condenado a muerte bajo una montaña de piedras pesadas por no querer someterse
a un juicio por cargos de brujería.
Es la historia de una barbarie judicial y
popular que nos vuelve a demostrar la condición del ser humano, además de los
fanatismos religiosos…
La denuncia se inició cuando dos niñas, de 9 y 11 años de
edad, comenzaron a sufrir convulsiones y espasmos. Entre sollozos afirmaron
haber sido embrujadas por mujeres de la localidad que de noche creaban dobles de
sí mismas.
El juez local les creyó y así se inició una investigación
que sumió a la ciudad en un clima de histeria colectiva, surgiendo cada día más
niñas embrujadas y nuevos implicados, hasta alcanzar el sorprendente número de
141 acusados.
Algunos de los síntomas que “delataban” a estas supuestas
brujas eran la epilepsia y psicosis delirante. Esto también podría haber sido
causado,por la ingestión de centeno, un ingrediente común del pan, pero
infectado con cornezuelo -causado por un hongo- que puede derivar en
enfermedades como las que hemos nombrado.
En un pueblo donde todo el mundo creía que el Diablo era
real, las sospechas se convirtieron en una obsesión. Los jueces también
decidieron hacer el examen de los órganos de las acusadas para las prueba de la
marca de “la bruja” (lunares o similares en el cuerpo).
Una de las víctimas de la caza de brujas de Salem no fue
ahorcado, sino más bien aplastado bajo grandes piedras hasta su muerte. Este
fue el destino de octogenario Gyles Corey, que pasó cinco meses apresado con
cadenas en una cárcel de Salem junto con su esposa, también acusada. Tres días
después de la muerte de Corey, el 22 de septiembre de 1692, ocho condenadas
brujas, incluyendo la esposa del anciano fueron ahorcadas. Fueron las últimas
víctimas de la caza de brujas….
Cuatro años después del juicio, los jurados que dictaron
sentencia firmarían una confesión de error, en la que achacaban su actuación al
miedo y la histeria desatados desde la primeras acusaciones.
La mayoría de los acusados estaban
mejor económicamente que casi todos los acusadores, y en algunos casos, estos
últimos se beneficiarían repartiéndose las propiedades de las personas acusadas
de brujería, lo que nos puede llevar a la conclusión de que las disputas por
propiedades determinó un papel muy importante en todo lo acaecido.
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